viernes, 11 de abril de 2008

.La carrera.


.Cuando tenía ocho años un niño de educación especial me besó a la fuerza. Totalmente en contra de mi volutad, el niño cruzó la barrera más importante de dignidad de aquél tiempo. Fue una de las peores experiencias de mi niñez. Eran las tres de la tarde y tocó el timbre de salida. Salí del salón y caminando hacia afuera, el nene me hace señas como de querer darme un beso. Mi cabeza se movió de izquierda a derecha, como diciéndole "no, gracias". En cámara lenta, el nene se dispuso a darme el beso. Tiré mi bulto al piso, y empezó la carrera. Corrí. Corrí mucho. El niño detrás de mí corría más rápido. Era mayor que yo, mucho más grande en estatura y mucho más fuerte. Corrí. Me cansé y fue ahí donde me agarró por el abrigo, me dió la vuelta y me besó. Me dió uno de esos besos apretados, de esos que duran más de lo normal. Cuando terminó, callada, pasé la mano por mi boca como quitándome los resto de saliva ajena. Lloré mucho. Ahora pienso que en realidad no era para tanto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ahora que lo piensas no era para tanto, claro que no, si you were on fire! boys ran after you!