viernes, 4 de abril de 2008


.Mi papá siempre tuvo el mejor repertorio de canciones y juegos para hacernos reir. Mis hermanas y yo acostubrábamos a irnos a su cuarto en la noche y jugar a los moros. El juego consistía en que teníamos que hacernos las dormidas mientras el decía con voz tenebrosa: "Por ahí vienen los moros con su cuchillita. A matarnos vienen. A las doce en punto y sereno, el que esté despierto me lo llevo". Y pasaba su dedo índice por nuestros cuellos. Su dedo, de izquierda a derecha, simulaba un cuchillito. Naturalmente, nos daba cosquillas a las tres y terminábamos pierdiendo entre carcajadas. Si no, cantaba "... en el viejo hospital de los muñecos ..." y por ahí seguíamos cantando las tres.

En el viejo hospital de los muñecos
Llegó el pobre Pinocho malherido,
Porque un espatapájaros bandido
Lo sorprendió dormido y lo atacó.

Llegó con su nariz hecha pedazos
Y una pierna en tres partes estillada.
Una lesión interna y delicada
Y el médico de guardia lo atendió.

A un viejo cirujano llamaron con urgencia
Que con su vieja ciencia pronto lo remendó.
Y le dijo a los otros muñecos internados:
"Todo esto ha sido en vano, le falta un corazón".

En eso llegó el hada protectora
Y viendo que Pinocho se moría,
Le puso un corazón de fantasía
Y Pinocho sonriendo despertó.

Pinocho, Pinocho
Volviste a la vida con el corazón.
Pinocho, Pinocho
Volviste a la vida con el corazón.

.No puedo creer que aún me la se de memoria.

jueves, 3 de abril de 2008

con mis vecinos me llevaba bien. podía mantener relaciones razonables con cualquier persona que me prestara sus juguetes. me parecía buena educación de su parte.

peleaba mucho con mi hermano del medio porque siempre queríamos las mismas cosas. un día le tiré con mi bolso de los juguetes, le dio en la cabeza y empezó a llorar.

quería abrazarlo pero no lo hice.

le dije a mi mamá que él tuvo la culpa y ella me haló por el pelo y después no sé qué pasó. otro día él me dio un puño en un ojo y en la escuela tuve que decir que choqué con una puerta. lo cual estuvo bien, porque la gente creería que yo choco con puertas.

quería ser doctora para vengarme de todas las inyecciones, pero no sabía que querían ayudarme.

ahora las pido voluntariamente.

la doctora bitman falleció cuando yo tenía catorce años y mis hermanos ya eran grandotes, así que me quedé sin pediatra. en su memoria decidimos que ya no iría más al doctor. hasta que un año pasé las navidades hospitalizada, pero eso no estaba en nuestros planes. seguramente la doctora bitman entendió.

yo me perdí los exámenes finales y muchas fiestas. la gente me quería más por verme frágil y sin cura así que también me llevaban muchos regalos.

todavía tengo las cartas.

hasta hace poco usaba las medias de colores que mi mejor amiga me dio para que no pasara frío, como le sucedía a ella cada vez que despertaba de un intento suicida fracasado y se daba cuenta de que llevaba sandalias puestas. salí con un chico que no podía dejar de mirarlas cuando me quedaba a dormir. las medias se rompieron. el chico a veces me saluda todavía.

a mí me gustaba mucho mojarme en la lluvia cuando era pequeña. me gustaba jugar canicas sola y tenis con la pared. me costó mucho trabajo poder despedirme de las rueditas de mi bicicleta, pero lo hice.

después de eso la cadena siempre se le salía y una tarde me estrellé dentro de la marquesina de una familia que vive cerca de aquí.

me gustaba hablar sola en mi casa de madera y a todos mis amigos imaginarios le gustaba el arroz de plasticina. decían que cocinaba bien.

con el tiempo también aprendí a hacerles empanadillas (de plasticina también) y bizcochos que preparé en un microondas extraño.

hubo un verano que les caí muy bien porque podíamos salir en mi lamborgini de barbie, hasta que un día choqué contra algo y ya no servía más. solamente hacía un ruido, con ese ruido lo llevaba hasta el principio de la cuesta, lo empujaba y rápido me sentaba. creo que a mis hermanos le daba un poco de vergüenza mirarme.

mi papá venía los fines de semana y me llevaba a la playa. cuando la arena estaba demasiado caliente yo pisaba sus pies.

cuando estaba normal, mis hermanos y yo nos tirábamos con bolas como si fuera nieve. a mí siempre me daban en la cabeza o en un ojo y terminaba llorando. mi papá me llevaba en su espalda hasta lo más hondo y allí me soltaba. decía que todavía me estaba aguantando y poco a poco se alejaba. así fue que aprendí a nadar.

así fue que aprendimos todos.

odiaba los domingos de principio a fin. la maizena, la iglesia, el intercambio de padres en el estacionamiento de mc donald's, las asignaciones. siempre le preguntaba a mi mamá por qué no llovía en todas partes del mundo a la vez, si era el mismo cielo.

y ella nunca me quiso responder.