viernes, 4 de abril de 2008


.Mi papá siempre tuvo el mejor repertorio de canciones y juegos para hacernos reir. Mis hermanas y yo acostubrábamos a irnos a su cuarto en la noche y jugar a los moros. El juego consistía en que teníamos que hacernos las dormidas mientras el decía con voz tenebrosa: "Por ahí vienen los moros con su cuchillita. A matarnos vienen. A las doce en punto y sereno, el que esté despierto me lo llevo". Y pasaba su dedo índice por nuestros cuellos. Su dedo, de izquierda a derecha, simulaba un cuchillito. Naturalmente, nos daba cosquillas a las tres y terminábamos pierdiendo entre carcajadas. Si no, cantaba "... en el viejo hospital de los muñecos ..." y por ahí seguíamos cantando las tres.

En el viejo hospital de los muñecos
Llegó el pobre Pinocho malherido,
Porque un espatapájaros bandido
Lo sorprendió dormido y lo atacó.

Llegó con su nariz hecha pedazos
Y una pierna en tres partes estillada.
Una lesión interna y delicada
Y el médico de guardia lo atendió.

A un viejo cirujano llamaron con urgencia
Que con su vieja ciencia pronto lo remendó.
Y le dijo a los otros muñecos internados:
"Todo esto ha sido en vano, le falta un corazón".

En eso llegó el hada protectora
Y viendo que Pinocho se moría,
Le puso un corazón de fantasía
Y Pinocho sonriendo despertó.

Pinocho, Pinocho
Volviste a la vida con el corazón.
Pinocho, Pinocho
Volviste a la vida con el corazón.

.No puedo creer que aún me la se de memoria.

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